Con ocasión de la feria Comic-Con de San Diego, en California, Marvel organiza cada año un concurso de disfraces al que acuden decenas de seguidores de comics cuidadosamente ataviados de sus personajes favoritos.
Cuando vemos este vídeo podemos pensar que todas estas personas son “frikis” de los videojuegos, películas de superhéroes o cómics; pero nada más lejos de la realidad. La verdad es que al ser humano le fascina disfrazarse y siempre está buscando la excusa perfecta para ello: carnavales, Halloween… porque en el fondo todos tenemos un alter ego; a todos nos gustaría tener un “otro yo” más fuerte, más guapo y con súper poderes que nos saque de apuros o de la vida que llevamos.
A lo largo de la historia, los alter egos han tenido numerosas referencias en el cine y la literatura, donde el creador los usa para esconder la personalidad del protagonista o para crear conflictos entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal.
Referencias reconocibles son casi todos los superhéroes, que usan sus alter egos para salvar el mundo y esconderse, pero también hay otros ejemplos válidos y recientes de la cultura contemporánea: Lord Voldemort -de la saga Harry Potter- es el personaje que crea Tom Riddle, que, aunque siendo joven ya era malvado, necesita otra personalidad para conseguir el poder; Patrick Bateman, el yuppie del libro “American Psyco” -de Bret Easton Ellis- se acaba creyendo su propio personaje psicópata que le ayudaba a lidiar con el día a día.
Precisamente, uno de los ejemplos más ilustrativos del alter ego postmoderno lo creó Chuck Palahniuk con su primera novela, que en 1999 fue llevada al cine por David Fincher: “El Club de la Lucha”. En la trama, Jack es un pobre infeliz que sufre insomnio y que por las noches se convierte en Tyler Durden, un personaje que hace todo lo que él no se atreve a hacer. En el cine, Fincher fue muy gráfico: por un lado estaba el triste, escuálido, ojeroso y tonto del Jack de Edward Norton y, por otro, su alter ego: un Tyler Durden interpretado por Brad Pitt guapo, cachas, brillante, carismático y valiente. Casi podríamos decir que Tyler Durden es el alter ego que todos los hombres postmodernos elegirían crear.
Las personas que acuden cada año al Comic Con disfrazados buscan dos cosas: huir de su verdadera identidad -que les permite más licencias- y meterse en la piel de alguien al que admiran. El problema viene cuando, como le pasó a Jack o a Patrick, dejas de distinguir entre realidad y fantasía.