viernes, 13 de agosto de 2010

Moda y viajes: Celia en Amsterdam y Berlín

Viajar es un placer, pero hacer la maleta es, sin duda alguna, el peor trámite. Creo que uno de los placeres de ser rico, riquísimo, es poder despreocuparse de estos mundanos quehaceres que tenemos la mayoría, sobre todo, porque si llegados al destino nos diésemos cuenta de que nos falta algo, podríamos tenerlo en un chasquido de dedos. Pero esto es soñar por soñar, y mi realidad ante una maleta que me acompañará desde el momento en que salga por la puerta de casa se reduce a arrastrarla, de ahí que mi mayor empeño sea siempre llevar una que pese poco y con lo justo para pasar unos días fuera de casa.

Unos días, que tenemos la mala costumbre de comenzarlos con estrés, precisamente a cuenta de la dichosa maletita: que si hará frío, surgirá ir a una piscina, saldré de fiesta, me rozarán los zapatos nuevos, mmm… a ver… ¿cuántos días estoy?… y te pones a contar metódicamente la ropa interior. Este último paso es sumamente importante, el resto debería preocuparnos poco, repetir ropa no es un delito, por mucho que se critique en las revistas del corazón, de hecho, saber combinar las cosas de diferentes maneras te hará cambiar cada día de imagen sin tener que atestar la maleta.
Mi viaje de este año ha sido cultural y de reencuentro con buenos amigos. La primera ciudad elegida ha sido Amsterdam y la segunda Berlín, ambas cien por cien recomendables si tenéis pensado viajar por Europa y aún no habéis decidido destino. De la primera, decir que no es sólo un cúmulo de coffeeshops y escaparates con señoritas de compañía, vamos, que no os vais a encontrar con Sodoma o Gomorra, sino que os toparéis con una ciudad bellísima, hospitalaria, de mente abierta, con gran cantidad de patrimonio cultural delicadamente cuidado, y con miles de lugares para divertirse, creo que algo hispano hay en Amsterdam: el número de bares por habitante es tan elevado como en el nuestro.
Berlín es la gran monumental, todo amplio, sin apreturas, nada que ver con nuestra capital. Callejear en Berlín es hacer kilómetros, pero merece la pena, su oferta cultural es inagotable, los rincones más insólitos se encuentran escondidos entre las moles del Este, y prácticamente dentro de la ciudad te adentras en bosques que rodean lagos de cuentos de hadas, en definitiva, es el lugar donde encontrar naturaleza altamente cosmopolita. Para los fashionistas, Berlín es punto de referencia, abrid los ojos y descubriréis tendencias que tarde o temprano llegarán a España. Ropa, tiendas, clubs, restaurantes… de Prenzlauer Berg y Mitte (dos barrios de la capital) marcan el ritmo europeo de la moda callejera.
Ambas ciudades cuentan con un clima con el que es necesario acordaros de meter un par de chaquetas y alguna pashmina, aunque vayáis en pleno verano, y un chubasquero plegable tampoco está de más. Olvidaos de los tacones… los adoquines os pueden jugar una mala pasada, y además, estas ciudades hay que patearlas para descubrirlas de verdad. Y si lo de fumar no es lo vuestro, no importa, lo que sí está prohibido es irse sin comer la espectacular tarta de manzana holandesa y sin tomar cerveza: Heineken en Amsterdam; Becks, Berliner, o cualquiera de trigo en Berlín, donde hay que probar el recurrido currywurst.
¡Felices vacaciones a todos!


TEXTO: Celia Conejero
FOTOS: Carlos Pérez (en Amsterdam, Haarlem y Berlín)

3 comentarios:

  1. Andaaa... pero qué bien viven algunas!!
    Muy chulo el post y las fotos :) Un besito Celia!

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  2. He de decir que para mi fue un honor contar con este pedazo de texto y estas fotos! Todo un lujo que espero repetir ;)

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  3. jajajaj! pero que aduladores los dos!!! muchas gracias! la verdad Julio, es que las dos ciudades se las recomiendo a todo el mundo, merecen mucho la pena! Un besazo a los dos! Y el honor es mío, Virg!

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