Hoy se ha conocido la triste noticia de que, uno de lo referentes más importantes del mundo de la moda actual y mi gran ídolo, Christophe Decarnin ha sido despedido fulminantemente por la firma para la que trabaja desde 2007: BALMAIN.
El vestido vintage de Pierre Balmain que llevó Penélope Cruz el día que ganó el Oscar quedará siempre grabado en nuestras retinas; un traje de princesa sumisa, muy alejado de la imagen actual con la que la casa francesa ha resurgido: la de la mujer rockera e independiente creada por un genio llamado Christophe Decarnin.
Todas las fashionistas alrededor del mundo coinciden en que “se debe” llevar Balmain. Su silueta ultra skinny, sus minivestidos sexy, las chaquetas de motorista con exageradas hombreras y el exceso de brillos son las señas de identidad del diseñador francés. Algo grande está pasando cuando siete revistas presentan en sus portadas, casi simultáneamente, el mismo vestido de Balmain (uno mini, dorado, de manga larga con “escote dramático” en V y hombreras de la colección actual) que hace furor. La pregunta es ¿cuándo comenzó la “Balmanía”? En el momento en el que la Balenciaga de Ghesquière era la firma de las visionarias (con Charlotte Gainsbourg y Jennifer Connelly a la cabeza), Christophe Decarnin diseñó para el otoño/invierno de 2008 la colección que le catapultó a la cumbre y con la que evidenció su sello de identidad.
Temporadas después continúa repitiendo la fórmula dando pasos firmes y siendo imitada por doquier, incluso por lujosísimas firmas. En 2008 se desató una fiebre que va in crescendo a medida que muchas celebrities lucen cada vez más sus diseños.
Los expertos han decidido que el triunfo de Decarnin reside en algo que hasta hoy faltaba en el mundo de la moda: romper la tradición dando glamour a lo trash. Ahora lo ultracool es lucir prendas de Balmain. Kate Moss, Anne Hathaway o Blake Lively (y el resto de jóvenes amantes de la marca) no quieren ser las princesas Balmain procesadas antaño por la marca francesa (véase el New Look de Dior); ellas desean la libertad, personalidad, fuerza e independencia que les otorga el actual diseñador gracias a ese halo rock ‘n’ roll serio y contundente.
Christophe Decarnin, cuyo currículum conocido comenzó en Paco Rabanne, llegó a Balmain en 2005. A partir de 2006 estuvo muy respaldado por Emmanuelle Alt, directora de moda de Vogue París y devota del artista, quien, a base de imponer Balmain en la revista, consiguió introducir las creaciones de Decarnin en las alfombras rojas más famosas. Hoy Balmain ha duplicado las ventas de la casa desde que Christophe Decarnin se hizo cargo y cada colección que realiza consigue superar con creces las ventas de la anterior.

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